Sí, yo también tengo un grupo de Whatsapp del “cole”

La tecnología ayuda pero no siempre. Hay muchos aspectos en que tanto cacharrito y herramienta de software ha hecho que nos convirtamos en unos seres dependientes. Porque sí, amigos, la tecnología es capaz de hacer que saquemos lo peor de nosotros mismos en muchas ocasiones. Sobre todo ha posibilitado que el número de autistas sin rumbo aumente de forma alarmante.

Uno de los apartados más sorprendentes es el terreno educativo. No sólo no hemos mejorado, porque los chavales siguen llevando una ingente cantidad de libros todas las mañanas en vez de aprovechar las ventajas que da la tecnología aplicada al mundo de la educación, sino que hemos sido los propios padres los que hemos aprovechado las aplicaciones para que este mundo vaya a peor: ¡Bienvenidos al apasionante mundo del grupo de whatsapp del colegio!

Yo también, como todos aquellos que tengan hijos en edad escolar, pertenezco a uno de esos grupos. Por suerte para mí, los padres y madres que lo conforman son rarunos que no dan la brasa constante con los deberes de los hijos, ni opinan sobre el profesor de lengua ni la profesora de inglés a través del chat. De vez en cuando a alguno se le escapa un chiste sin gracia, pero no se realiza de forma constante, con lo que el grupo es llevadero y en él se respira armonía, comparado con otros grupos.

Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones esto no es así. Varios amigos que sufren en silencio su grupo de Whatsapp del colegio han tenido a bien pasarme toda la conversación del mismo: tengo en mi poder un año entero de conversaciones absurdas y que en algunas ocasiones llega a la violencia verbal. Lo sorprendente es que en todos ellos se dan las mismas características que se pueden resumir en dos.

1.- Deberes: estos grupos suelen montarse cuando el menor comienza tercero de primaria. Es en este curso cuando las tareas para el menor se multiplican por diez y es en este preciso instante cuando una buena parte de los progenitores entran en una especie de histeria colectiva: “¿Alguien puede fotografiar los deberes de matemáticas?”; “¿hay qué estudiar ciencias naturales para mañana?; “¿sabéis si tienen que hacer el dictado 1 de la página 19 del libro de ortografía?”; “¿Que tienen que hacer para inglés? Juanito, no pudo ir a esa hora”. Estas son sólo algunas de la preguntas que, a diario, se producen en buena parte de los grupos escolares de Whatsapp de este país. Padres y madres en un estado de ansiedad sin parangón intentando hacer los deberes de sus hijos. Y no, la culpa no es del profesor. La culpa es de todos aquellos padres y madres que contestan a todas y cada una de las preguntas que se realizan a través de los mismos. Vamos a ver, si Juanito ha faltado a inglés será por un motivo. ¿De verdad que le va a suceder algo al niño si no lleva los deberes de una clase a la que no pudo asistir? Pues parece que sí, porque en este caso aparece esa madre siempre dispuesta que responde con todo lujo de detalles: “Un dibujo relacionado con Halloween, en una cartulina. Con el título arriba y los datos del niño abajo. Te mando foto de lo que está haciendo Anita para que te hagas una idea…” Y es en ese momento, cuando el padre del niño ausente, a las 21:00, entra en un trastorno sin par en busca de la cartulina perdida que le permita al día siguiente presumir de infante más que aplicado en las tareas escolares. Y si hace falta, él mismo le hará los dibujos y le pondrá el nombre en letra de caligrafía.

Os habéis vuelto locos y además sois muy cansinos: los deberes son una labor de vuestros hijos. Vosotros les podéis ayudar en determinados momentos, pero no hacérselos. Y si les ponen un cero al día siguiente porque se le han olvidado, no os preocupéis que en unos días no le volverá a suceder: porque, ¡vuestro nene no es tonto! Pero, lo que no es de recibo es que tengan que ser el resto de padres y madres los que tengan que solucionarle la papeleta a tu niño de forma recurrente. ¿Te has planteado que a lo mejor algo estás haciendo mal?

2.- Ayudas varias. Este también es muy común. Como canijos que son, los menores pierden cosas. Pero al igual que ocurre en el caso de las tareas, hay auténticos especialistas en extraviar todo tipo de género. No hay problema. Siempre está el grupo de Whatsapp para intentar resolverlo. Y en estos casos aparecen ruegos como: “por favor, ¿podéis preguntar a vuestros hijos/as si tienen el cuaderno amarillo de espiral de ingles de Eduardo Martín, o si lo han visto por clase? Es que no lo encuentra en su cajonera. La ultima vez que lo bajó al cole fue el miércoles por la mañana para corregir las frases de has got y hasn´t got y ayer ya no lo pudo traer”. Venga, vamos, dejad todo lo que estéis haciendo que esto es urgente. Da igual si se te quema el arroz que tienes en el fuego, lo importante es saber dónde se encuentra el cuaderno de espiral de inglés del niño. Pero parece ser que no, que van todos como posesos a ver si en la mochila de los nenes aparece el cuaderno amarillo de espiral de inglés. Evidentemente, el cuaderno no aparece en ninguna mochila. A ver, si no lo tiene en su cajonera y tampoco está en su casa, lo normal es que lo haya perdido, so melón. Así que la solución es fácil: Compras uno nuevo y no das el tostón al resto del grupo.

Y es que sí, amigos, el grupo de Whatsapp del colegio es capaz de resolver todo tipo de problema, por difícil que éste pudiera parecer. A veces llega al paroxismo paliza. A modo de ejemplo: “¿Alguien ha comprado tubos de PVC para hacer una flauta? Estoy en Saneamientos Pereda y solo me venden una pieza de 5 metros y sale un poco caro. ¿Queréis compartirlo? ¿me podéis decir si lo habéis encontrado en otro sitio? En fin, sin comentarios.

Sacadme de aquí

Cuando algún miembro (normal) del chat lleva unos meses en él, está deseando abandonarlo. El problema es cómo hacerlo. Porque es evidente que como algún padre o madre se salga va a recibir las críticas despiadadas del resto, que pensarán que el padre o la madre en cuestión no se quiere ocupar de la educación de los niños o que simplemente se lleva mal con el resto de miembros del chat de marras. La solución más fácil para abandonarlo es saber si tu pareja también es miembro del grupo. En caso de que no lo sea estás salvado. Pásale el marrón. Tal fue el caso de una madre que al enterarse de que su marido no pertenecia al selecto grupo escribió: “Buenas tardes, soy la madre de Hugo. ¿Podríais incluir en el grupo a mi marido (Antonio), ya que es él quien maneja mas esto?

Las historias del grupo de whatsapp del colegio dan para escribir el guión de un culebrón venezolano, pero son una muestra del mal que hace la tecnología en muchas ocasiones.

Para acabar, la música de hoy la pone Blur, un grupo inglés de gran éxito a finales de la década de los 90 haciendo puro britpop. La canción se titula “Park Life”… un tema el de los padres y madres del parque que también daría que hablar.

Menos set de costura y más WiFi

¿Por qué cuesta tanto tener WiFi aceptable en un hotel?
¿Por qué cuesta tanto tener WiFi aceptable en un hotel?

Durante los últimos días he asistido al VMworld que se ha estado celebrando en Barcelona. No voy a hablar aquí de lo que ha dejado el evento en cuestión, pues eso ya lo he escrito para BYTE TI, pero sí de uno de los detalles que me llaman la atención cada vez que salgo de viaje y que nunca he mencionado.

Normalmente, a los periodistas nos alojan en hoteles que la inmensa mayoría de nosotros no pagaríamos si fuéramos de vacaciones o a pasar un fin de semana de ocio y relax. Por ejemplo, en este caso, el hotel es un conocido cinco estrellas superior de la ciudad condal. La categoría mínima de los hoteles a los que vamos es de cuatro estrellas y es de ellos sobre lo que voy a hablaros hoy. Concretamente de su equipamiento, tanto tecnológico como de otras fruslerías que te encuentras una vez que pasas el umbral de la puerta de la habitación.

Cuando uno llega a uno de estos alojamientos, lo hace con dos intenciones: descansar y encontrar facilidades para desarrollar su trabajo. La primera se logra con creces, sólo faltaría, pero en el segundo de los casos, a veces, he encontrado mayores facilidades en un hotel medio que en uno de estos denominados de lujo.

El primer problema y el más complicado de solucionar es el del WiFi. Vamos a ver, si estás pidiendo 300 euros por noche, lo normal es que el WiFi me lo ofrezcas incluido en ese precio. Si un McDonald’s lo ofrece por tomarte una cheeseburger, el del kiosco de prensa te lo da también sin ni siquiera tener que comprarle el periódico y el autobús de la empresa municipal te lo regala para hacerte más placentero el trayecto al trabajo, ¿por qué una buena parte de estos hoteles te lo cobran como un extra y al módico precio de 20 euros por día? Vale, estamos de acuerdo. Eres un hotel con clase y distinción. Eres glamouroso y en la entrada principal tienes siempre atasco de Porsches y Lamborghinis. Por supuesto, estás en tu derecho de clavar cinco euros por un mini-envase de Pringles, aunque sean las mismas que vende el chino de abajo, pero hombre lo del WiFi ya no es como hace una década, que te permitía venderlo como un extra y como algo que te diferenciaba de la competencia. Ahora no. Cobrar por una cobertura wifi ya no te reporta clientes. Muy al contrario, te los quita.

Pero no acaba aquí la historia. En la mayoría de los casos la conexión va a pedales. ¡Coño! ¡Ya que me cobras, por lo menos intenta que la conexión funcione en condiciones decentes! Pero es que, aunque lo ofrezcas de forma gratuita y lo incluyas dentro del precio de la habitación, también deberías hacer que el WiFi fuera de una calidad, al menos, aceptable. Claro, encima engañas al cliente y si uno de tus huéspedes te reclama la nula cobertura normalmente se soluciona con un: “No se preocupe señor, ya hemos avisado a los técnicos y van a resolver el problema”. Ah, en ese caso ya me quedo mucho más tranquilo, sólo que es en ese instante cuando empiezas a ver la imagen del técnico de marras y te imaginas a un señor, Ducados en boca, que lo único que hará será encender y apagar el router y obviamente… ¡el WiFi sigue sin funcionar!

He estado en hostales y hoteles modestos y la cobertura inalámbrica funcionaba como un rayo, así que muy posiblemente preferiré que me pongas una conexión buena a que me encuentre entre las “amenities” un mini set de costura con aguja y diferentes tipos de hilos y botones, que muy posiblemente nunca utilizaré durante mi estancia.

Otro de los problemas habituales que uno se encuentra es el de los enchufes. En muchos casos, no hay ninguno libre y como lo que prima es el diseño de la habitación están escondidos. En realidad tiene su lógica: si tú no encuentras el enchufe, llegará un momento en que no podrás disfrutar de la mierda WiFi que te ofrecen. Pero yo soy muy intenso y si no lo encuentro me dedico a indagar dónde acaba el cable eléctrico de la lámpara para poder conectar el cargador de mi smartphone o el del portátil. Porque sí, en muchas habitaciones sólo te encontrarás a primera vista un enchufe: el del baño, pero con un cartelón enorme encima de él en el que te advierte de que sólo puedes usarlo para conectar una maquinilla de afeitar, así que ni se te ocurra enganchar el cable de tu tableta porque lo más lógico es que pueda estallarte en la cara.

Eso sí, igual que los enchufes brillan por su ausencia (o por estar más escondidos que el dinero de Urdangarín) teléfonos hay unos cuantos. Concretamente en este último hotel había ni más ni menos que cuatro: Dos en las mesillas de noche, otro en el escritorio y otro más en el baño, pegadito al retrete. ¿Para qué? ¿Acaso si tengo un apretón me van a entrar unas ganas locas de empezar a llamar a través del teléfono? ¿No sabéis que muchos usuarios se llevan el móvil mientras están en el baño? De verdad que no entiendo por qué a nadie se le ha ocurrido pensar que cuatro teléfonos en una habitación son innecesarios. Sin embargo, se agradecería que pudieras tener unos altavoces para poder conectar el smartphone y escuchar la música que llevas en él. Vamos a aceptar que tener un WiFi en condiciones es compilcado pero ¿tanto cuesta poner una regleta de enchufes en el escritorio?

Finalmente entramos en el apartado de televisión. Normalmente son aparatos gigantes, con el volumen “capado” no sea que te vaya a dar por poner el Surround a todo trapo y molestes al de la habitación contigua. Mal, eso está muy mal: deberías tener una insonorización decente. Esto se consigue con unos tabiques más robustos. Pero, no obstante ese no es el mayor problema: te has dejado una pasta en poner una Smart TV en todas las habitaciones y ¡la colocas en una esquina, alejada de la cama de tal forma que el huésped tenga que hacer verdaderos ejercicios de contorsionismo para poder ver la tele!

Podía seguir con más cosas como esas duchas en las que el agua no llega con presión, o esa manía de tener puesto el aire acondicionado a todo trapo de tal forma que uno parece que entra en el Polo en vez de en una habitación de hotel. O la que a mi me parece más curiosa y que se encuentra en hoteles de todo tipo de categoría: ¿alguien se pone los zapatos con calzador o soy yo el único raro que se compra los zapatos de su número y por ello no le doy uso?

Así que dado que hablamos de hoteles había pensado en dejar un vídeo de Iggy Pop, el de su tema, The Passenger, pero he preferido elegir este otro, con mucho más ritmo y cuya música fue tan bien aprovechada en el inicio de la película Trainspotting y que lleva por título Lust for Life.

Chávez, el vergatario, los P2 y los memos

El vergatario: en realidad desarrollado en China, ensamblado en
El vergatario: en realidad desarrollado en China, ensamblado en Venezuela

Tras la muerte de Hugo Chávez la semana pasada, mucho se ha escrito sobre el personaje en cuestión. Sin entrar en valoraciones sobre lo que ha hecho o dejado de hacer, lo que está claro es que era un tipo que no dejaba indiferente a nadie: alguien con carisma y capaz de comunicar. No es sorprendente que el pueblo le votase y a la hora de su deceso saliera larga en procesión y romería a venerarle. Ejemplos en nuestro país tenemos varios. El más claro de todos: Jesús Gil y en estos días Rosa Díez.

La clave de todo buen populista radica en su capacidad para decir las cosas que todo el mundo quiere oír. Todo ello aderezado con una pizca de bravuconería y un estilo “echado p’alante”. Importa poco que de lo que se trate es de hablar del imperialismo yanqui (como Chávez) que de despreciar a la clase política y sus dádivas aunque tú lleves beneficiándote de ellas desde 1979 (como Rosita). De lo que se trata es de que mediante un lenguaje directo y, en ocasiones, chusco, lograr que el populacho se regocije y piense que va a ser él o ella los que les liberen de sus problemas y de su vida miserable. Es de eso de lo que se aprovechan personajes de semejante calado y que se han repetido a lo largo de la historia. En realidad, todos ellos, a uno y a otro lado no son más que una mera farsa.

Como buen charlatán de feria, Chávez era un tipo astuto e inteligente. Por eso era capaz de enfrentarse casi ante cualquier elemento que se le pusiera delante. Un personaje dominador de cualquier materia. Por supuesto, entre sus conocimientos también se encontraba el mundo de las nuevas tecnologías. De hecho dejó al mundo uno de los grandes avances de las telecomunicaciones del último decenio: el Vergatario.

¿Qué es lo que se esconde detrás de esta nomenclatura? Visto así de primeras parece que nos hubiéramos metido en una página web con alto contenido sexual, no apta para menores, pero no. Tras el Vergatario se esconde un móvil. Un teléfono revolucionario en todos los sentidos del calificativo. Revolucionario porque el Estado venezolano lo sacó al mercado para competir contra la tiranía de las multinacionales dedicadas a la fabricación de terminales móviles.  Revolucionario por la tecnología puntera que desplegaba y, finalmente, revolucionario porque Chávez así lo decía: “el primer teléfono fabricado en Venezuela. Todo buen revolucionario de la República ha de llevar su Vergatario (aunque él fuera más de Blackberry)”.

Analicemos el aparato en cuestión. Su primera versión es del año 2009, es decir, cuando la tecnología móvil era algo más que una promesa y por ejemplo, ya existían varios modelos de Smartphone. El revolucionario teléfono según el propio Chávez “es un aparato con capacidad para almacenar 500 contactos en su memoria, puede usarse como alarma, tiene cámara, calendario, notas de voz, cronómetro y linterna. Es ligero, liviano y sólo cuesta 10 euros”. Además y según la publicidad estaba fabricado en Venezuela (esto es otro aspecto destacable de cualquier populista que se precie: invocar al patriotismo). Bueno, hay que decir que el móvil estaba ensamblado en Venezuela pero toda su tecnología era de la multinacional china ZTE y concretamente el modelo Vergatario se correspondía en realidad con el ZTE 366.

Pero vayamos al nombre. Como buen elemento propagandístico, el teléfono tenía que tener un nombre llamativo, que quedara retenido en la memoria del personal y se optó por el de Vergatario. Hombre, podían haber elegido otro, ¿no? Vale que en Venezuela el término significa algo así como “algo o alguien que merece la pena”. Vamos, traducido al mundo teckie algo guay, moderno, fashion… en definitiva, un auténtico maquinón. Un aparato que se vendió en tales proporciones que rápidamente tuvieron que sacar a la venta el Vergatario II. En realidad esperaban distribuir un millón de unidades en su primer año, pero la cifra se quedó en 100.000 y la empresa encargada del ensamblaje sólo logró montar el 24% del total.

La realidad es que ni a Dios le interesaba ir con un Vergatario en el bolsillo. Así que se le dio la vuelta a la tortilla y el escaso éxito del terminal según el propio Chávez y su ausencia en las tiendas era debido a que “el Vergatario salió y de inmediato desapareció de los mecanismos de distribución, de un sistema de flujo permanente” gracias a que todo el mundo andaba pegándose por adquirir un móvil de última generación (salvo Chávez que prefería la BB).

A lo mejor si le hubiera puesto otro nombre las ventas hubieran sido mejores. Pero no debe de ser el caso, porque la realidad es que son muchos los fabricantes que designan a un producto con un nombre que incita más a la chanza que a que lo compres por las bondades que pudiera tener.

Así que en esto del nombre Chávez no tiene la exclusiva. Sin ir más lejos en el pasado Mobile World Congress, los chinos de Huawei presentaron su Ascend P2. Hombre, P2 en español para un teléfono suena mal, pero es que si lo ponemos en inglés PI-TU tampoco es que sea muy sonoro. Más bien parece que están hablando del nuevo Vergatario en bable.

Y luego tenemos al fabricante del Vergatario original. Nuevamente la china ZTE también ha presentado en el MWC un Smartphone al que le ha llamado el Grand Memo. Hombre, si lo que quieres destacar  es su capacidad de memoria, llámale Memory, o memorión pero no le llames Memo, porque entonces lo que me da la sensación es que me encuentro ante una bazofia de teléfono. Hombre, por favor, que no queda nada bien eso de decir: “Mira, llevo un gran memo en mi bolsillo”. En fin, que en esto de los nombres, a los directores de marketing se les podían ocurrir cosas mejores o al menos más apropiadas.

La música de hoy va a ser de un tipo que el viernes pasado ofreció un concierto en Madrid y que responde al nombre de Josh Rouse. Un cantante / compositor que hace un pop y un folk-rock delicioso y que tiene desde hace muchos años fijada su residencia en España y tiene varios temas en nuestro idioma.

La pantallita azul de Windows, el e-book y las fotos en el móvil

Shooter  Mag: del móvil al papel.
Shooter Mag: del móvil al papel.

Vivimos en la era digital. Todos parecemos autómatas entregados a la causa de la tecnología: redes sociales, smartphones, tabletas, ultrabooks, libros electrónicos… Nadie escapa al poder de la tecnología. Tanto es así que hasta te miran raro si no te amoldas a la nueva religión. Yo, que no estoy en Facebook, tengo que discutir constantemente acerca de por qué no quiero estar en el mundo Zuckerberg. A mí me pasa con esto pero lo habitual es que ocurra con cualquier aspecto relacionado con el mundo tecnológico.

Lo de los smartphones es otro apartado que entra dentro de esta categoría: si no llevas el último modelo eres un mierda. Da igual que el aparato de marras sea un pepinazo y vaya como la seda: como tenga más de un año deberías ir pensando en pedir asilo en otro país, en el que no se valore al personal por el modelo de teléfono que tenga.

Y es que en esto de la tecnología ocurre algo muy curioso: de repente todo el mundo es el que más controla de móviles, ordenadores, apps y software (pirata, por supuesto). Pero esto es algo intrínseco a este país: nos ponen las burbujas y la de la tecnología en algunos aspectos tiene pinta de ser una más. Como no tuvimos bastante con la del sector inmobiliario, ahora nos hemos aficionado a los cacharritos y somos auténticos expertos. Así que es de lo más normal ver a gente que no tiene el graduado escolar convertido en el mayor conocedor de la industria “techie”: que tu móvil va lento, no te preocupes, el experto te lo soluciona con un par de apps piratas. Te lo hackea en un plis-plas y te lo deja “niquelao”. Que el ordenador de tu casa está con la pantallita azul de Windows, no hay problema, tu vecino, el erudito tecnológico, siempre está presto para cualquier labor que tenga que ver con el mundo de la computadora:

–          “Eso va a ser cosa del “Güindous” ese. Me da a mí de que se ta metío un virus y voy a tener que hacer un reseteo rápido”.

Al fenómeno, lo de la dicción y la construcción correcta de las frases no se le da bien, pero en esto de la informática es un auténtico hacha. No hay aparato con procesadores que se le resista. ¿Ingenieros informáticos y programadores a mí?, suele pensar a menudo. Ni corto ni perezoso, borra todo el disco duro e instala el Windows 8 que se descargó la semana pasada por la cara. Y entonces sucede lo previsible: La máquina ha fenecido definitivamente. Así que con su castellano de doctor honoris causa le dice al vecino: “Va a ser la placa, que contra más se usa más se recalienta y entonces peta todo. Vas a tener que comprar un ordenador nuevo”

Así que hay que comprar otro ordenador, porque tu vecino te lo ha dicho. A fin de cuentas están muy baratos. Pides un crédito (otro más) y por 20€ al mes ya tienes un nuevo equipo.

La cuestión es que si sólo fuera el ordenador, vale. Pero no. Hay que tener smartphone, tableta, y por supuesto, libro electrónico. Esto último es realmente curioso. Los fabricantes han puesto el grito en el cielo, porque las ventas de e-books han descendido mucho en los últimos meses. ¿Y qué es lo que esperaban? ¿Pensaban que la gente iba a comprar libros electrónicos a troche y moche sólo por el hecho de que fuera electrónico? Pues no. Y no porque no nos gusten. El vecino de la historia anterior tiene uno de esos inventos pero, como puede comprobarse por su amplio bagaje intelectual, lo de la lectura no va con él. Pero es que como él hay muchos. Muchísimos. Son una legión. Así que las ventas, en este caso, no bajan por la crisis sino porque NO NOS GUSTA LEER. Eso sí, al igual que antaño estaban las librerías de los salones de las casas llenas de libros, por el mero hecho de decorar y para ocultar las carencias intelectuales, ahora la gente llena de megas los libros electrónicos para presumir de la gran cantidad de textos que se pueden almacenar. De lo que se trata es de presumir de Gigas de almacenamiento.

Lo del libro electrónico además, no tiene tanto éxito porque aquí los fabricantes se han encontrado con un muro difícil de franquear. Este no es otro que una ingente cantidad de personas recalcitrantes que se niegan a leer (porque estos sí que leen) en una pantalla y prefieren pasar las páginas de un libro. Yo me incluyo entre ellos. Somos ese conjunto de seres raros que todavía habitamos en el mundo para desgracia de la mayoría de tecno-aficionados que vamos a una librería y compramos ese elemento tan extraño.

Y eso que estamos acabados. Casi tanto como los periódicos y las revistas en papel. El papel va a dejar de tener uso para estos formatos. Dentro de unos años sólo va a ser útil para hacer servilletas, rollos de cocina y como papel higiénico.

No creo que vaya a ser así. Al final convivirán los dos mundos. De hecho todavía hay locos que piensan que el papel no está muerto y sirve para algo más que para hacer manteles campestres y no se les ha ocurrido otra cosa que aprovecharse de lo digital para ir a lo de toda la vida: han sacado una revista, EN PAPEL, sólo de fotografías realizadas con smartphones y… ¡mooooola! Las imágenes son puro arte, la calidad del papel es excepcional y está muy bien trabajada y cuidada. Si pulsas en este enlace descubrirás algunas de ellas. No sólo eso, también puedes ser parte del proyecto y convertirte en accionista si realizas una suscripción por cuatro número. Así que está bien que algunos locos todavía confíen en el papel como otra forma más de comunicación y no caigan en el pensamiento único.

En cuanto a la música hoy acompaño el post con un vídeo de un grupo francés llamado Zebda. Se trata de un conjunto compuesto por miembros de origen argelino que mezclan sonidos tradicionales árabes, con rock, rap, música tradicional francesa y reggae. La mezcla resultante, que puede sorprender, es muy buena.

RIM ha muerto y Blackberry también

La nueva blackberry z10.
La nueva blackberry z10.

Está bien esto de intentar salvar de la defunción a una compañía pero las cosas hay que asumirlas. Si esto no se hace, la probabilidad de éxito es nula. Digo esto a colación de la presentación que tuvo lugar ayer en Nueva York de las nuevas blackberrys. De toda la información que he leído, no me he encontrado con un análisis de lo que se espera de la compañía y de lo que puede aportar al mundo móvil actual. Prácticamente todos los artículos son alabanzas al nuevo sistema operativo, a que vendrán con un número infinito de aplicaciones, a lo acertado del cambio de nombre de la empresa…

Sí. Uno de los apartados más interesantes es que RIM ya no se llama RIM: ahora es sólo Blackberry. ¿Y esto a quién le importa? Al populacho no le cuentes que su smartphone está fabricado por una empresa canadiense que se llama RIM. Ni lo sabe ni le importa. La blackberry era de Blackberry y lo de RIM le importa tres carajos. Así que, si para algunos lo más importante es el cambio en la nomenclatura de la empresa quiere decir que no aporta nada nuevo y por tanto, la compañía tiene todas las papeletas para ir encargando el pijama de madera.

Una de las cosas interesantes del mundo de los smartphones es la rivalidad no sólo entre empresas, sino entre usuarios:

–          Yo es que tengo un iPhone

–          Puff, ese teléfono no vale para nada. No hay nada como el Samsung que tengo yo.

En estas aparece otro usuario y le preguntan: Y tú, ¿qué móvil tienes? Pues yo, una Blackberry, -responde todo ufano- Así que los portadores del Samsung y del iPhone, se miran sorprendidos. Se sienten como si les hubiera caído del cielo un australopithecus afarensis tecnológico. Y es que no. Blackberry no volverá a ser lo que fue. Ha perdido protagonismo entre otros motivos porque sus aparatos fallan como una escopeta de feria. Y eso si se repite con frecuencia hace que los que siguen usando tus teléfonos se cansen, por mucho que saques nuevos modelos con diferente sistema operativo.

¡Ay el sistema operativo! Esa es otra de las novedades de las nuevas Z10 y Q10. Se llama, muy original, Blackberry 10. Y dicen los de la compañía canadiense que se han pasado dos años currando en un nuevo sistema operativo. ¡Es que lo hemos desarrollado desde cero! ¿Y? ¿Eso es todo lo que puedes aportar? Parece como si fueran niños pequeños. Si el sistema es bueno, no tiene fallos, es estable, es intuitivo y sencillo, etc., entonces los nuevos terminales podrían subir un poco de ese 2% de cuota de mercado que posee. Pero con los antecedentes que la compañía tiene, pues no parece que por mucho nuevo sistema operativo que introduzcan vayan a empezar a subir como la espuma. Dice el director general de BB en España que “los desarrolladorres se han dado cuenta del poder del nuevo sistema operativo”. Ya, pero lo que importa es que vendas producto, y aunque tengas una legión de desarrolladores detrás, si la gente no compra tus aparatitos, te quedas en nada. Y ese es el problema: que al personal ya no le gusta Blackberry porque otros le han superado en absolutamente todo y ahora no vas a recuperar la distancia que te separa de todos los demás.

Otro de los argumentos de esta repentina resurrección va a ser su mercado de apps. Los tipos de BB dicen que tienen una nueva tienda, mejorada y de calidad. Vamos a ver. Hay que saber leer a los directivos. Cuando afirman cosas semejantes lo que quieren decir en realidad es que han pasado de ser la “chino-tienda” a convertirse en el Día de proximidad. “Hombre, -aseguran-, es que ahora tenemos un catálogo de calidad de 70.000 aplicaciones” .Y es que en estos momentos los de BB sólo quieren calidad. Vamos a ver, pajarito, ¿calidad en 70.000 aplicaciones? Puff, no sé yo que hacen los usuarios del resto de smartphones que no van corriendo a reservar su nueva Z10. Si tienes 70.000 apps en tu tienda, quiere decir que algo de morralla has incorporado. Vamos, que seguro que tienes una aplicación tipo gato parlanchín o similar y, ¿sabes por qué? Pues porque la morralla le gusta al personal, aunque luego desinstale la app. Por cierto, a aquellos que tengáis una suscripción a Spotify, olvidaos de disfrutarla en las nuevas Blackberry. Entre la gran cantidad de apps de categoría, no se encuentra. Instagram, tampoco.

Los de BB siempre han ido presumiendo de ir a un nicho de mercado superprofesional. A ellos lo que les molaba era el directivo encorbatado y la ejecutiva agresiva. Era su mercado selecto. Claro, que luego lo que pedían las adolescentes y los chavalitos de regalo de cumpleaños era una Blackberry, mientras sus padres se compraban un iPhone, un Samsung o incluso un Windows Phone. Por eso, además han metido en la tienda un nutrido grupo de juegos: porque las Blackberry son muy profesionales

Por último vamos al apartado del diseño. ¿Qué aportan los nuevos terminales? Pues no mucho, la verdad. Son una copia calcada de otros ya existentes en el mercado, así que por ese lado tampoco le auguro mucho futuro a la Blackberry. Hombre ya que sacas un nuevo producto y, te has estado currando un nuevo sistema operativo durante dos años, bien podrías haber diseñado algo diferente a lo que hay ahora. Claro, los pocos adeptos que quedan a estos terminales dirán que uno de los modelos presentados, el Q10, tiene teclado. Ya, y las PDAs de HP de hace siete años también lo tenían y ahora no existen.

Con todo esto, si tu operadora (Vodafone será la primera en ofrecer el nuevo modelo) te hace una oferta, ¿debes cogerla? Claramente no. Ya tenemos bastante con un moribundo como Nokia al que quieren sacar del hoyo como para tener otro ahora. Y eso que la apuesta de la finlandesa sí puede ser algo más novedosa y aunque va de la mano de otro moribundo, poseen algo que RIM, perdón Blackberry, no tiene tanto: una gran cantidad de pasta.

Así que como Blackberry lleva tiempo muerta, pero hoy la han pretendido resucitar, nada mejor que dedicarle este tema de Brandi Carlile titulado “Dying day”. Carlile es una compositora influenciada por el country y el folk-rock norteamericano y cuyo principal éxito fue el tema “The story” en el que destaca la gravedad de la voz.

Nochevieja: peor con tecnología

Se acaba el año y la tecnología ha hecho que variemos nuestras costumbres de Nochevieja y Año Nuevo. Algunas son a peor: ese afán desmedido por el Christmas vía e-mail es algo que me irrita sobremanera. Y es que, hasta hace cinco años, lo normal era recibir una felicitación navideña a través del cartero. Este es un puesto de trabajo único: ¿quién se plantea ser cartero en esta época?: “Y tu pequeñín, ¿qué quieres ser de mayor?”. “Yo cartero” Suena muy raro, ¿a que sí? Y es que, este oficio gracias a la tecnología ya no es lo que era. Ahora, si viene el repartidor de cartas es para echar en el buzón facturas y escritos del banco (porque la banca, sigue utilizando el correo tradicional para así cobrarte unos abusivos gastos de gestión) o lo que es peor, si llama a la puerta de tu casa es porque Hacienda quiere algo malo de ti o la DGT te ha puesto una multa. Así que sí, el cartero se ha convertido en un espécimen del que hay que huir, pues solo porta malas nuevas: un pájaro de mal agüero del siglo XXI.

El caso es que, como decía, cuando el cartero no sólo era portador de malas noticias, debía vivir su época gloriosa en las Navidades: reparto de regalos, cartas de alegría y amor y sobre todo, mucho Christmas. Recuerdo que los primeros solían aparecer por la mesa de mi oficina a finales de Noviembre y de ahí hasta principios de Enero, la carrera era imparable: alrededor de 20 postales navideñas diarias. Los primeros los cogías con gusto, los últimos ya ni los abrías e iban directamente a la papelera: sobre todo si no eran de Unicef. Con las nuevas tecnologías la postal tradicional se ha ido tornando en algo mecánico que se manda por e-mail a un «undisclosed-recipients», y que es de todo menos personal. Es decir, el correo electrónico ha conseguido hacer que la postal navideña sea todavía más artificiosa. Y ha logrado algo que no consiguió la de papel: cabrearme. Porque, lo único que hace es saturarme el correo y si estoy en un momento de stress laboral me irrita recibir un e-mail deseándome falsa felicidad: ¡si muchas veces quien lo manda no sabe ni quién soy! Y es que además, la felicitación navideña electrónica es maliciosa: no avisa y llega en el momento más inoportuno y cuando menos te lo esperas. Siempre está al acecho esperando un momento de debilidad.

Al menos el Christmas de toda la vida llegaba y estaba en tu mesa, tranquilito, sin dar la chapa para que lo abrieras. Es más, es que no tenías ni necesidad de romper el sobre. Si no lo querías iba a la papelera y se acabó el problema. Y si lo querías ver podías esperar cualquier momento de tranquilidad que tuvieras. Con el del e-mail no. Si lo quieres eliminar tienes que ir hasta él, seleccionarlo y luego borrarlo. Pero con eso no basta. El muy perro se resiste a desaparecer y sabes que se encuentra en la carpeta de “elementos eliminados”, así que necesitas de otros dos pasos más para que evapore definitivamente: Sí, dos pasos más, porque no basta con dar a la tecla “Supr”. El ordenador te preguntará: “¿Está seguro de que desea eliminar definitivamente…?” “Que sí, coño, que no quiero esa felicitación. Que recibo 30 diarias y ¡no me interesan!”.

La postal navideña puede ser más pesada que las comerciales de las operadoras telefónicas, que por llegar a venderte el pack ADSL+Televisión+fibra+llamadas internacionales+3.000 minutos en llamadas a familiares en una de sus tantas ofertas imbatibles llegan a rozar el ridículo. A mi en una de esas y ante mi respuesta de “no me interesa, me lo paga la empresa” me llegó a decir “¿y si le mejoro la oferta?” Pues mujer, simpaticona, cómo no me des dinero todos los meses no veo otra fórmula de mejora.

El caso es que se acaba el año y esta noche nuestros teléfonos se saturarán de mensajes deseándonos lo mejor para 2013. Lo bueno de esto es que la mayoría será de gente que conozcas. Así que por lo menos se habrán tomado la molestia de pensar en ti y por tanto todos esos mensajes no son como los de las postales electrónicas. Pero aquí también la tecnología ha hecho que las Nocheviejas ya no sean como las de antes. Y es qué ahora es la época del “guasa”, del Twitter y del Facebook. Y la mayoría de las felicitaciones llega por alguno de estos canales. ¿Dónde están esas llamadas telefónicas a las 00:01 tan divertidas en las que Telefónica te informaba de que la red estaba saturada? Y el personal dale que dale al “rellamada” para felicitar el año nuevo y Telefónica venga a insistir con lo de la red saturada. Al final muchas llamadas no se hacían y acababas mentando a la madre del presidente de la operadora porque “para una vez al año que quieres llamar realmente a alguien va y se colapsa la red”. Esto era así hasta que se popularizó el teléfono móvil. Y esto si que era la risa. Porque la gente empezó a cambiar las llamadas por los SMS pero, ¿qué ocurría? Efectivamente: ¡la red volvía a estar saturada! Así que si habías mandado un mensaje para quedar en un determinado sitio a una hora concreta, la posibilidad de que no apareciera alguien por el lugar de encuentro era altamente infinita. Eso sí, a las 14:00 del día siguiente recibías el siguiente SMS: “Hemos quedado en la puerta del Tornasol en media hora”. Como el “tostao” continuase a esa hora, es posible que fueras nuevamente al lugar de encuentro y no apareciera nadie por segunda vez.

Pero los SMS están de capa caída y ya no se usan tanto como modo de felicitación. Así que el whatsapp ha solucionado buena parte de todos estos problemas, con lo que la parte divertida también ha desaparecido. Es más ahora montas un grupo y todo el mundo se entera de la hora a la que se ha quedado y del lugar. No hay equívocos y eso, no mola.

Lo que ya no me gusta tanto es lo de las felicitaciones por Twitter o por Facebook. Por razones obvias lo de Facebook: porque la mayoría de los amiguitos que tienes ahí no son tales, sino agregados. Y lo de Twitter, porque en realidad no lo veo como un canal de “amiguitos” sino que tiene otras propiedades mucho más interesantes que las de FB y por tanto no es un lugar apropiado para hacer spam navideño.

Así que hasta que llegue la avalancha de mensajes os dejaré con uno de los mejores temas musicales dedicados al año nuevo. Se trata de “New Year´s Day” de U2, grupo irlandés que apenas necesita presentación y que es en la actualidad uno de los grupos más longevos del panorama musical. En el vídeo se puede ver a un jovencísimo Bono, mucho antes de entrar en su fase “mosca”.

Y además en este post, os regalo uno de los descubrimientos de este año. El grupo se llama Django Django, son británicos, y hacen una especie de neo-psicodélica y en la que también se aprecian influencias del sonido madchester.