El CEO con EBITDA negativo por culpa del CRM

Fuente de la imagen: B2B Digital Marketing
Fuente de la imagen: B2B Digital Marketing

Imaginad la siguiente frase: “El CEO de IBM considera que el BI en modo SaaS es fundamental, complementa al CRM y al BPM y permite obtener un mejor EBITDA”. Seguramente, a muchos os habrá sonado a chino y evidentemente está llevada al extremo, pero si cogéis una revista, una web especializada o un diario económico os podéis encontrar ante un mar de siglas que en muchas ocasiones parecen no tener sentido, entre otros motivos porque los periodistas damos por sentado que muchos de nuestros lectores conocen el significado de ellas. Y es que somos los tecnológicos y los económicos, los medios que hacemos un uso más intensivo de las siglas.

En la frase que iniciaba este texto hay para todos los gustos. Siglas de una compañía, siglas para referirse a un cargo, a un dato económico y a herramientas o servicios tecnológicos. Si preguntamos a alguien de la calle, alejado del mundo tecnológico, pero con estudios universitarios, muy posiblemente nos diga que conoce una (IBM) y con un poco de suerte conoce otras dos (EBITDA y CEO).

Surge este post porque el otro día, hablando con un amigo sobre un conocido común, le dije: “Es el CEO de…” Mi amigo se quedó estupefacto ante el nuevo palabro que había escuchado y no dudó en preguntarme qué demonios era eso del CEO. “Hombre, el director general de la empresa”, le respondí. Con toda la razón del mundo me dijo: “Y si es el director general, que todo el mundo entiende, ¿por qué le llamas CEO?”

Son los cargos una de las aficiones de los plumillas TIC. Veamos, al director general le llamamos CEO (siglas que se corresponden con Chief Executive Officer o lo que viene a ser el jefazo); al director técnico le corresponde CTO (Chief Technology Officer o sea el friki de la tecnología de cualquier empresa) que en realidad es un cargo que empieza a estar pasado de moda porque se lleva más eso de ser CIO (Chief Information Officer) y en cristiano sería algo así como el director de informática. La chanza continúa con otros cargos: El CMO es responsable de marketing, pero parece que suena mejor eso de Chief Marketing Officer. Eso sin olvidar al CFO (Chief Financial Officer, o lo que viene a ser lo mismo, el Bárcenas de cualquier empresa: el tesorero o director financiero). La lista es interminable y para cada cargo hay un serial de siglas: COO, CDO, CM, SMM, CSO, CRO, CCO,…

Las siglas tecnológicas nos acompañan desde que el mundo de las computadoras se empezó a hacer familiar. Son varias las empresas que en realidad son siglas. La más conocida es la que abría este texto: IBM o lo que viene a ser lo mismo International Business Machines. Lo que sucede es que en cuando hablamos del Gigante Azul, sus siglas pueden confundirse con algo más surrealista ya que IBM también significa International Brotherhood of Magicians, es decir la Hermandad Internacional de Magos. Así que a partir de ahora, si alguien te menciona a IBM deberás preguntarte si está hablando sobre Houdini o sobre bits y bytes. Claro que te puede llevar a confusión: “ayer me metí en la tienda de IBM y me compré la alfombrilla de ratón mágica”.

Otra empresa clásica que ha adoptado el rollo sigla es HP, antiguamente conocida como Hewlett-Packard. Vale sí, los creadores de la empresa no fueron muy originales y colocaron sus apellidos para nombrar a la compañía. Pero aquí nadie dice nada de Uría Menéndez Abogados que tampoco se estrujaron los sesos para poner un nombre a la empresa. Pero si nos quedamos con las siglas, vemos que también comparte con IBM el rollo magia, y es que HP también se utiliza para referirse a Harry Potter. Algunos, sin embargo, si les hablan de HP no verán ninguna impresora ni un ultrabook. Ni siquiera la verán como una compañía de servicios tecnológicos: creerán que les están hablando de una unidad de potencia (horse-power) creada en el siglo XVIII y que se corresponden con 746 vatios.

¡Ay el apasionante mundo de las siglas! El niño de la película veía fantasmas pero yo, en ocasiones, veo siglas. Cada vez que leo un artículo se me aparece una. Si me envían una nota de prensa, así sin venir a cuento, ya tengo un par más delante de mis ojos. Claro que luego soy yo el que escribo artículos sobre CRM, SaaS, IaaS, SOA, BI, HCM, BPM, RFID,… El mundo tecnológico está repletito de ellas, pero la mejor de todas es la de BI. Si te dedicas a esto de las TICs (¡joder, otra sigla!) sabrás que BI significa Business Intelligence. Para los que no, este término básicamente, se refiere a una serie de herramientas que captan toda la información de una empresa y que una vez analizada servirá para establecer estrategias a futuro. Esto es en terminología tecnológica, pero en realidad BI es el mote de este cantante, actor y modelo coreano, que parece una copia de los antiguos Backstreet Boys o más actual podríamos afirmar que puede ser el Justin Bieber de ojos rasgados.

De todas formas, la mejor de todas las siglas tecnológicas siempre será PC (Personal Computer). Nosotros, en España, la hemos adoptado perfectamente a pesar de que la RAE todavía no la haya admitido en su diccionario. Bueno, la hemos adoptado todos salvo los compañeros de El País que en un alarde de originalidad hortera, no dicen PC sino que hablan en sus noticias de la industria del pecé. ¡Hombre, por Dios, hay que ser paleto! Habéis querido ir de grandes defensores del lenguaje y os habéis sobrado un pelín cuando tenéis una palabra española y bien bonita para definirlo: COM-PU-TA-DO-RA.

En el mundo de la música también hay siglas. Sin ir más lejos el grupo de este vídeo se le conoce como la ELO, que significa Electric Light Orchestra. Es un conjunto aparecido en la década de los 70 liderado por Jeff Lyne y uno de los referentes del denominado rock progresivo. El del vídeo es uno de sus temas más populares, aunque no tenga ni una sigla.

¿Realmente necesitas este móvil?

El nuevo Galaxy S4.
El nuevo Galaxy S4.

El pasado jueves Samsung presentó en Nueva York el que será su nuevo dispositivo estrella para los próximos meses. La ciudad elegida no es baladí. Los coreanos se lanzan a intentar conquistar el mercado americano, uno de los pocos en los que no lideran el mercado de los smartphones. Así que la estrategia está clara: nos gastamos una pasta en merchandising y marketing, invitamos a periodistas y bloggers a pasar tres días en la Gran Manzana y bloqueamos Times Square, en pleno Manhattan, para que todo el mundo hable del Galaxy S4. Todo muy americano… salvo por el presidente que como buen coreano no logra enganchar al auditorio con los mensajes. El móvil en sí, ya lo habréis leído en varios lugares, es una copia del S3 al que le han añadido alguna aplicación de software interesante y le han mejorado la cámara.

La nueva era del smartphone está haciendo que las empresas y los usuarios se vuelvan locos. ¿Realmente necesitas el nuevo móvil de Samsung? ¿Realmente necesitan los coreanos sacar un nuevo terminal cuando tienen no uno, sino varios teléfonos que todavía tienen recorrido? A lo mejor si se hubieran esperado hasta septiembre le podían haber mejorado el diseño (y no utilizar el plástico como elemento fundamental de construcción), le podrían haber metido más y mejores aplicaciones y podrían habérselo currado un poco más. Samsung tiene muy buenos modelos, que para nada se han quedado obsoletos y por tanto no tenían necesidad de colocar en el mercado el nuevo terminal. Bastaba con esperar un poco para sacar un teléfono mejor. En realidad han pecado de lo mismo que le ocurrió a Apple en su momento cuando sacó el iPhone 4S.

Las prisas no son buenas consejeras, que dice el refrán. Y en este caso creo que el Galaxy S4, siendo un buen teléfono, ha sido sacado con precipitación. Pseudoperiodistas y bloggers han ido, durante meses, caldeando el ambiente con falsas informaciones y rumores de todo tipo acerca de las prestaciones del nuevo terminal. Es muy propio de las compañías tecnológicas actuales fiarse de lo que señalan las redes sociales y creer a pies juntillas en lo que se expresa en ellas. Craso error, machote. El Twitter engaña más que la falsa moneda y el Facebook también.

Pero los usuarios también son culpables de esta paranoia móvil. Luego nos quejamos de cosas como las de la obsolescencia programada:

–          ¡Joder, se me ha estropeado la lavadora y me dice el técnico que para lo que me va a costar cambiar el motor, mejor me compro una nueva!, – exclama indignado el incrédulo usuario.

–          Y, ¿cuánto tiempo tiene?, -pregunta el amigo

–          ¡Si sólo tiene 7 años! Es que ahora fabrican los electrodomésticos para que se estropeen cada cierto tiempo. Y, fíjate, ¡mi madre sigue con su lavadora de hace 20 años!

Efectivamente, chaval. La obsolescencia programada existe y te irrita. A mí también. Pero resulta que tú eres el auténtico obsolescente programado porque mientras te indignas por tener que comprarte un electrodoméstico que ni siquiera ha alcanzado la década de vida, estás negociando con tu operadora para que te dé el último smartphone del mercado cuando el tuyo no tiene ni un año de vida. Concretamente, tienes un pedazo Samsung Galaxy S3 que te compraste hace 9 meses. Así que, ¿para qué quieres un nuevo modelo? A lo mejor es que te gusta estar esclavizado con tu operadora a la que le pagas y le proclamas más fidelidad que a tu pareja a cambio de un terminal que NO NECESITAS.

Es verdad que una lavadora no es algo sugerente, por mucho diodo led que le quieran poner. Al final su máximo atractivo radica en ver cómo da vueltas y más vueltas la ropa y esto no da para mucha conversación. No es lo mismo estar en un bar hablando sobre la última app que te has descargado que entablar una conversación acerca de las 800 revoluciones por minuto del centrifugado.

De un lavavajillas ya ni hablamos. Si por lo menos la puerta fuera transparente a lo mejor podríamos charlar sobre los beneficios de poner más o menos dosis de abrillantador o de los efectos de la sal en el giro de las aspas mientras éstas esparcen agua.

Con los móviles es diferente. Existe una paranoia colectiva por el último modelo. Algo que no ocurre en ningún otro apartado del mundo TIC. No, ni con las tabletas, ni con los ordenadores, ni con el software CRM, ni siquiera con el mundo cloud existe semejante ansia.

A lo mejor es una cuestión de tamaño. Porque toda esta paranoia viene desde que los móviles dejaron de ser móviles para convertirse en smartphones. Si antaño lo que se valoraba era un artilugio pequeño y manejable, ahora lo que se lleva es tener el aparatdo más grande: El otro día, tomando unas cervezas en un bar con un amigo, observo que no para de moverse en el taburete. Empiezo a estar preocupado y cuando le miro la entrepierna noto un bulto nada sospechoso. Es imposible que a mi colega, después de muchos años, le provoque erecciones. Así que empiezo a pensar que, dados sus movimientos, a lo mejor se ha sometido a una operación de alargamiento del miembro. Pero no. De repente se saca del bolsillo un móvil (de esos que ahora se llaman phablet, ni tablet, ni teléfono) de más de 5 pulgadas que era el responsable de sus vaivenes y del repentino crecimiento del miembro.

–          Pero, ¿cómo vas con eso ahí?, -le pregunto

–          ¡Ah! Casi se me olvida enseñarte mi nuevo móvil, -me contesta

–          ¿Tu nuevo móvil? Pero si no puedes ni sentarte en condiciones con tu nuevo móvil.

–          ¡Qué exagerado! Si no pesa nada. Tiene unas aplicaciones estupendas, es supermanejable y es la última moda

“Pues sí, la última moda va a acabar con tu libido”, pienso yo. Y es que, en el mundo smartphone, cuanto más grande mejor. Esto es algo que hasta ahora sólo ocurría en el planeta de la gafa de sol, donde el modelo más moderno es el que tape ojos, cejas, frente y nariz: ¡perfecto para que no te vean el jeto que tienes después de una noche de fiesta loca, pero no tanto para tener una conversación decente sin saber si a quien hablas es a una persona o a un marciano salido de una lavadora!

El que sí necesita mucho equipamiento es el compositor de hoy: Xavier Rudd. A pesar del nombre, es un músico australiano que, como se ve en el vídeo es capaz de tocar un innumerable conjunto de instrumentos a la vez… un auténtico hombre orquesta al que es difícil encuadrar en un género musical concreto ya que tiene temas que van desde el Reagge, el folk, rock o incluso el blues.